Va pasando el invierno, y mis tazas de té desfilan por la cocina hacia el living, el comedor…o en una bandeja al dormitorio si es que me enganche con alguna peli el fin de semana. El momento del té es «la pausa», lo encuentro tan reconfortante.
Casi siempre suelo acompañarlo con tostadas de pan casero o galletitas. Pero cuando se que el momento va a ser compartido, me esmero mas, porque la comida es mas que servir algo en un plato, es una intención de dar amor, gratitud, felicidad.
Los scones de queso y gruyere fueron los protagonistas de estas últimas tardes frescas, los comimos tibios con queso crema y no necesitaban nada más.
Van a necesitar:
60 gr de manteca fría
10 gr de azúcar, más extra para espolvorear
450 gr de harina
1 cucharadita de polvo de hornear
1/2 cucharadita de bicarbonato de sodio
1 cucharadita de Sal
1 huevo
225 de leche
300 gr de portobellos
2 cucharadas de aceite
80 gr de provolone rallado
2 cucharadas de «Nubes de trufa» (opcional)
Preparación:
Precalentar el horno a 170 grados.
Cortar los portobellos en pequeños cubos. Cocinarlos con las 2 cucharadas de aceite en una sartén caliente sin moverlos al principio para que doren. Cuando estén cocidos agregar la “Nubes de trufa” y mezclar. Apagar y reservar.
En un recipiente mezclar harina con azúcar, sal, bicarbonato, polvo de hornear. Agregar la manteca y arenar. Incorporar los hongos, el provolone, el huevo y la leche. Mezclar para unir evitando amasar.
Estirar con palote sobre mesada enharinada, hasta llegar a 3 cm de espesor. Cortar triángulos con un cuchillo filoso realizando un corte seco. Colocar en placa enmantecada y enharida. Pincelar con huevo y espolvorear con azúcar. Hornear por aproximadamente 15 minutos, hasta que tengan base y estén dorados.